Chimeneas de Labrar de Freirina

Chimeneas de Labrar, La Freirina, Chile. Guía de Atractivos.  Freirina - CHILE
Chimeneas de Labrar, La Freirina, Chile. Guía de Atractivos.  Freirina - CHILE
Chimeneas de Labrar, La Freirina, Chile. Guía de Atractivos.  Freirina - CHILE
Chimeneas de Labrar, La Freirina, Chile. Guía de Atractivos.  Freirina - CHILE

Chimeneas de Labrar de Freirina. Freirina - CHILE

Las chimeneas de la Fundición de Cobre de Labrar son los únicos testimonios que quedan en pie de la tecnología que permitió a Chile convertirse en el primer país productor de cobre entre 1851 y 1880, y desplazar de ese sitial a Inglaterra, país al que anteriormente se transportaban los minerales de más alta ley para su fundición. Paradojalmente, la tecnología que permitió este fenómeno se desarrolló en Inglaterra, y de esa nacionalidad fue el ingeniero que la introdujo en nuestro país.



Carlos Lambert instaló el primer horno de reverbero que funcionó en Chile en el año 1831. En este nuevo sistema de procesamiento, los metales se fusionaban en un horno, desde cuya bóveda reverberaba el calor sobre los minerales. El calor, en forma de gases y llamas, se obtenía de la combustión de leña y carbón que se producía en una parrilla lateral. El tiraje o circulación de los gases era provocado por altas chimeneas, algunas de las cuales alcanzaban los 40 metros de altura. Este sistema permitía obtener rendimientos muy superiores a los que se alcanzaban con el método anterior, en uso desde la Colonia, en el cual el mineral se mezclaba con el combustible (leña), y donde el tiraje del aire era provocado con conductos externos (mangas).



Los hornos de Labrar fueron desmantelados, para aprovechar el material con que fueron construidos -ladrillo refractario inglés-. Quedan en pie dos imponentes chimeneas de la fundición, construidas en 1846. Su planta es cuadrada, siendo sus secciones de algo más de 2 metros en la base. Las estructuras son de ladrillo refractario y mortero de cal, reforzadas con una armazón metálica. Tienen 18 metros de altura.



En 1871 funcionaban en el país unos 90 hornos de reverbero, que produjeron todos ellos 39.500 toneladas de cobre fino. A fines del siglo XIX, el agotamiento de los yacimientos y la baja de la ley de los minerales, unida a la competencia que ofrecía la producción de cobre norteamericana, produjo la paralización de la mayoría de estas fundiciones, incluída la de Labrar.

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